Podéis imaginar lo que es cruzar un océano durante semanas no se ve más que el horizonte perfecto y vacio, se vive preso del temor a las tormentas, a las enfermedades de abordo, a la inmensidad, por eso hay que encerrarlo todo en lo más profundo, estudiar las cartas, observar la brújula, rezar por un viento favorable y albergar esperanza, pura, sencilla y frágil esperanza.
Al principio no es más que una bruma en el horizonte, así que observas y observas, luego es una mancha, una sombra en la lejanía, pasa un día y otro día y la mancha se extiende a lo largo del horizonte, tomando forma hasta que al tercer día te permites creer, te atreves a musitar la palabra tierra, Tierra, vida, resurrección, auténtica aventura, que florece en un paraje insólito más allá de la inmensidad, una nueva vida…
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