Hay veces que ocurren tragedias que no esperas, algunas te marcan la vida, mientras que otras no y te planteas ¿Qué protocolo se ha de seguir ante la muerte de un ser querido?
No sabes que hacer, al principio no lo crees, después tomas conciencia de la realidad o incluso hay gente que no puede vivir ante tal idea, no es capaz de seguir…
El otro día vi una mujer que por lo visto venia de un grupo de apoyo, al cual acudían muchas familias que habían perdido a un hijo a causa de un incendio común acaecido hace un año, esa mujer caminaba cabizbaja al encuentro de su marido y de su otro hijo, un pequeño de unos 3 años de edad, la esperaban junto a una fuentecilla en medio de un parque, el padre sujetaba con fuerza al pequeño que jugueteaba risueño y distraído con una mariposa que se resistía a caer en la prisión de sus diminutas manos, la mujer cada vez estaba más cerca y me bastó una sola mirada para poder sentir su dolor, era tal que ni siquiera era capaz de mirar a su pequeño a los ojos, y mucho menos de cogerlo, probablemente habría pasado mucho tiempo desde la última vez que lo sostuvo entre sus brazos, pero sin darse cuenta esa mujer no solo ha perdido a un hijo sino que estaba perdiendo a otro.
La muerte no siempre es fácil de aceptar, pero hay que entender que la vida continua y que no se puede vivir constantemente en el pasado, siempre recordando, imaginando como hubiese sido todo si no hubiese pasado nada, pero eso no significa que haya que olvidar, simplemente seguir adelante, poco a poco el tiempo cura las heridas.
