domingo, 22 de mayo de 2011

Esperanza

Eran las 11 y media de la noche, el reloj colgaba en la pared del fondo con su eterno tictac, cada segundo, cada minuto, cada hora lo sucumbían en su profunda agonía, deseaba fervientemente que llegase la hora, ya no podía esperar más, sabía que el momento por fin había llegado. Decidió sentarse en su sillón como cada tarde, a ver pasar las agujas del reloj, ya hacía mucho tiempo que se sumió en el olvido, frágil, vacío, perenne…

Vivía presa de aquel cementerio de ilusiones, de tiempos vividos, de sueños perdidos, rodeado de sombras y de oscuros recuerdos de compañeros caídos en un juego, un juego que sencillamente no se puede ganar, solo jugar…

Perdida toda esperanza su todo, su vida, se convirtió en nada… vivía presa del temor, del miedo, estancado, sin poder salir, sin poder avanzar… solo esperar a esa amiga que miraría a los ojos complacientemente.

Se escuchaban unos incesantes golpes en la ventana del comedor, ya hacía días que los había oído, así que decidió ver que sucedía, abrió las hojas de la ventana de par en par, la luz de la luna lo cegó por un momento y unos segundos después la habitación quedo tenuemente iluminada, no había orden, todo por los suelos, telarañas repartidas a su antojo y un vaso de whisky junto al sillón.

Miró al exterior y nada, no había absolutamente nada, cerró de nuevo la ventana y algo volvió a sonar, miró y algo llamó su atención, una especie de lucecilla, quizás fuese una luciérnaga, trataba desesperadamente de entrar en la estancia, luchaba sin cesar, sin desfallecer en su intento, era perseverante, resistente, insensata, fuerte, valiente, decidida, tenaz, tenia coraje, determinación, fortaleza…

En aquel momento aquel anciano decidió dejar a un lado aquella carga que lo atormentaba y dejar que esa lucecilla entrase en su vida y volver a ser como ella, como era antes de la guerra.

Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta y frente a un inmenso ventanal, contemplaba el transcurso del tiempo, se sentía sumido en la oscuridad, pero sabía que ya era hora de salir de las sombras, ya era hora de buscar la luz, de buscarla y encontrarla.

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